*Narra Alice*
Efrain dejó la habitación apresuradamente, lo cual me sorprendió. De todos modos no estaba enojada o preocupada, debía tener sus razones. Di un largo suspiro y volví a la cama, repasé detenidamente con la vista el arrugado papel de mi horario, por suerte tenía la tarde libre de tortura.
Estaba agotada, lo único que quería era descansar, cosa que se me hacía difícil luego de los electroshocks y escuchando los gritos provenientes del pasillo. Mi estómago estaba revuelto, no iba a descansar esa tarde.
Entonces, tuve una visión. Una que me dejó horrorizada.
Estaba escondida en un cuarto, oscuro, viejo, sucio. Me abrazaba con mis propios brazos para sostener el frío y temor que tenía. Y entonces… vi a un hombre de unos 25 años, con el pelo rubio y largo hasta los hombros entrando por una ventana, la rompía sin esmero y saltaba a mí rápidamente mientras abría su mandíbula, como si fuese una especie de animal, como si no fuese… humano.
Volví a la realidad, me sudaban las manos y todo mi cuerpo temblaba. Mis visiones nunca fallaban, por lo tanto iba a morir. Era mi destino. Al fin y al cabo… ¿Qué me quedaba? No tenía un hogar, una familia, no tenía nada, esperanza. ¿Esperanza? Esa palabra me recordó a la visión que había tenido hace poco tiempo, de el joven rubio y bello, en el bosque. ¿Entonces eso sucedería antes de mi muerte? Me costaba encajar todos mis pensamientos entre sí.
Rompí a llorar, no podía más con la presión. Necesitaba a Efrain a mi lado, necesitaba decirle todo lo que estaba pasando, el era el único amigo que tenía.
Las lágrimas cayeron sobre mi almohada que poco a poco el algodón consumió, hacía tiempo que no lloraba… pero me sentí bien, libre, me sentí viva otra vez.
Logré descansar.
*Al otro día*
-Al…Alice despierta- Escuché un débil sonido acompañado de una sacudida de hombros
-¿Eh… qué pasa? - Me levanté exaltada de la cama y vi a Efrain parado a mi lado- Oh, me quedé dormida. ¿Qué hora es?
-Son las 8:00 am- Dijo él mientras sonreía- Te están por hacer una terapia de choque, supongo que querrás esquivarla. Ya avisé que no irías, vamos al jardín.
Sonreí por dentro y agradecí tener a alguien como el en ese lugar. Los dos caminamos por un largo pasillo de madera y ventanales blancos, hasta que llegamos una puerta forjada que conducía al jardín.
Hacía un día precioso afuera, un cielo azul y puro, tan solo un par de nubes en el horizonte y las colinas estaban cubiertas por una luz anaranjada, era el crepúsculo de la mañana.
Nos sentamos en un banco de mármol que se encontraba a el lado de un rosal. Inspiré fuerte y pude sentir la fragancia de las dulces flores y el césped recién cortado. Sonreí instantáneamente, ese era probablemente el único lugar que me gustaba de allí.
-Lo haces muy bien, Efrain…- Dije suavemente mirando el jardín- Me refiero, todo esta muy bien cuidado
-Lleva tiempo y esfuerzo, pero sí, hago lo que puedo - Sonrió enseñando sus perfectos dientes blancos
-Hay algo que debo decirte…Ayer tuve una visión
-Cuéntame
-Bueno, no era necesariamente buena…
Entonces le conté todo lo que había visto, con cada uno de sus detalles. Aunque él, solo se limitó a responder
-Debemos irnos de aquí
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