*Narra Efrain*
Era un día soleado, ya que no podía exponerme al sol y trabajar en el jardín, decidí pasar el día dentro del asilo ayudando a enfermeras y cómo no, visitando a Alice.
Ella había llegado hace 3 meses y desde el momento en que la conocí supe que íbamos a ser grandes amigos. Yo era algo reservado y tímido pero no con ella, me sorprendía mucho el talento que tenía de ver el futuro… ella era diferente, en mis 560 años nunca había visto algo igual. Siempre sabía cuándo iría a visitarla o cuándo iba a llover. Me dijo que había tenido esa habilidad desde siempre, y aunque al comienzo parecía un juego terminó siendo su peor pesadilla.
Caminé por el pasillo gris que me guiaba a el piso de las habitaciones, donde estaba ella. No tuve que tocar la puerta, ella ya estaba esperando al marco de ella. Sus visiones jamás fallaban.
Llevaba un vestido gris que le llegaba por debajo de las rodillas, su dulces labios me esbozaban una sonrisa de bienvenida. Aunque, rápidamente, algo me exaltó. Su cabello, que había estado creciendo en los últimos meses y ya le llegaba hasta casi la cintura, ahora no estaba. Llevaba el pelo rapado, aunque aún así se veía preciosa.
-¿Qué te ha sucedido Alice?
-Nada… bueno, me refiero. Nada a mi, si no a mi cabello. - Dijo ella rápidamente- Según lo que entendí hay un brote de fiebre tifoidea y esto era necesario. Pero no importa, ya crecerá.
Me sorprendía lo feliz y alegre que estaba.
-¿Te han dado electroshocks hoy, no? - Pregunté intrigado mientras entraba a la habitación
-Sí… - Me respondió con una gran sonrisa - Ya no siento nada malo. Creo que he olvidado todo mi pasado, no puedo ni siquiera recordar el día de mi cumpleaños
Me acerqué hacia ella y la abracé. Alice era como la hija que nunca había tenido, la quería proteger de todo lo malo, ella era como un duendecito que estaba siempre alegre.
-Está bien… - Le respondí - No te preocupes ¿sabes? Todo estará bien.
Me sonrió de nuevo.
Algo me precipitó, olí algo diferente… No era el olor a humano que estaba acostumbrado a sentir, esta vez… era un vampiro.
¿Quién sería? ¿Qué quería por aquí?
-Eh… debo irme Alice, volveré mañana, no me extrañes. Cuídate.
Me percaté a abrir la puerta y salir disparado por ella rápidamente, sin dar ninguna explicación. Debía saber quién era el nuevo visitante.
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