viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 12:


-¿A dónde quieres que vayamos, Efrain? - Lo miré fijamente a los ojos - Ya… no puedo. Estoy mentalmente agotada, si ese es mi destino, entonces así será.

-No Alice- Respondió con un tono de voz más grave- ¿Es que no entiendes? No es un humano lo que te persigue. Es un monstruo Alice, no podrás defenderte. ¿Y sabes qué? yo soy como él

Me paralicé por unos segundos. Esperé a que bajara su mirada para por fin abrir mi boca.

-¿A qué te refieres? - Mi voz sonaba débil

-Alice…- Respondió el con mirada compasiva- No te haré daño. Pero yo soy como él, sucedió hace mucho tiempo, yo antes era como ti. Mi corazón latía y sangre corría por mis venas, pero luego sucedió y ahora soy lo que soy…

-¿Qué…eres? - Todo mi cuerpo temblaba

-Un vampiro - Respondió seriamente

Me limité a mirarlo a los ojos duramente para luego soltar una pequeña risa.

-Por favor… ¡Efrain! ¿Un vampiro? Vamos, son todas leyendas

En el instante en que terminé de emitir el último sonido, el se levanto del banco y corrió muy lejos, tan rápido que no podía visualizar el recorrido de sus piernas. Cuando estuvo a unos 200 metros, desgarró un árbol de sus raíces y lo arrojó al viento. No sabía que decir o que pensar, estaba muda, congelada. El mundo que conocía ya no era el mismo. En una fracción de segundo, mi vida cambió.

Cuando el regresó no dije palabra. Efrain me tomó un mechón de pelo y me lo colocó detrás de la oreja. Me dio una palmadita en la espalda y retrocedió un paso.

-Yo puedo protejerte… pero otros no, puedo controlar mi sed y estar con humanos, aunque muchos de los míos nunca han hecho la prueba. Tu eres especial, Alice. Eres como la hija que nunca tuve, no quiero perderte.

-Lo veo venir, sé que va a venir por mi. Estoy segura de eso, aunque hagas cualquier cosa para detenerlo. No quiero que salgas herido, supongo que lo mejor será ver que dice el destino.

-¡No!- Dijo él comenzando a enfurecerse- ¿No entiendes? Me rehuso a perderte

Entonces, en esa milésima de segundo, perdí el control sobre mi misma. Mis pies ya no me sostenían, si no los duros y fuertes brazos de Efrain, ya había renunciado a todo, no importaba a dónde iba o que sucediera conmigo.

Sentí el viento recorrer todo mi cuerpo.


NARRA EFRAÍN:


Llevarla lejos había sido una buena decisión, rogaba que sus visiones cambien o fallen. Había conseguido un colchón dentro de esa pequeña casa de refugio dónde pueda acostarse y esperar a que su atacante llegara.
La vi abrir sus ojos lentamente y llevar su brazo a la cabeza en gestó de confusión.

-¿Dónde estoy?- Preguntó, con la voz débil

-Estamos lejos del asilo, no te preocupes. Aquí estarás a salvo.

-Efrain… lo veo venir. Lo he visto. Viene en esta dirección, mi olor es muy fuerte para él. No tardará más de 2 días en llegar.

Lo dudé por unos minutos, pero después supe que era la mejor decisión. Prefería que se convierta en alguien como yo a ser un aperitivo de aquel maldito y sediento rastreador.

-Dolerá por bastante tiempo, sentirás un fuego interno y ganas de gritar, pero estará bien. Tu estarás bien. Es la única manera en que puedo salvarte - Por primera vez, mi voz sonaba rota- Lo siento

Alice me miró con sus brillantes ojos color café levantando ambas cejas en gesto de sorpresa. Luego movió la cabeza indicando que estaba bien, que sabía lo que iba a pasarle y lo aceptaba.

Entonces… la mordí. Intenté controlarme lo más que pude, su sangre era deliciosa. Me percaté de solo llegar a pasarle el veneno y me aparté de ella lo antes posible.

Pude ver su rostro, hacía un esfuerzo para mantener los ojos cerrados aunque no pudo evitar gritar. Sus sollozos sonaban a desesperación y en mis años había visto algo así.

No podía soportar verla sufrir, esperaba que el veneno recorriese rápidamente todo su cuerpo y poder volver a verla caminando, hablando, riendo como solía.






NOTA: Este fue un capítulo especial ya que es más largo que los otros. Se viene la mejor parte, ¡Alice ya transformada! Ahora podrán saber como conoció a Jasper, como llegaron hasta los Cullen y mucho más! Si leen esta novela por favor comenten o mencionenme en @TwilighterNotas con gusto escucharé sus opiniones :)
¡GRACIAS POR LEER!
-Guada

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Capítulo 11:



*Narra Alice*

Efrain dejó la habitación apresuradamente, lo cual me sorprendió. De todos modos no estaba enojada o preocupada, debía tener sus razones. Di un largo suspiro y volví a la cama, repasé detenidamente con la vista el arrugado papel de mi horario, por suerte tenía la tarde libre de tortura.

Estaba agotada, lo único que quería era descansar, cosa que se me hacía difícil luego de los electroshocks y escuchando los gritos provenientes del pasillo. Mi estómago estaba revuelto, no iba a descansar esa tarde.

Entonces, tuve una visión. Una que me dejó horrorizada.

Estaba escondida en un cuarto, oscuro, viejo, sucio. Me abrazaba con mis propios brazos para sostener el frío y temor que tenía. Y entonces… vi a un hombre de unos 25 años, con el pelo rubio y largo hasta los hombros entrando por una ventana, la rompía sin esmero y saltaba a mí rápidamente mientras abría su mandíbula, como si fuese una especie de animal, como si no fuese… humano.

Volví a la realidad, me sudaban las manos y todo mi cuerpo temblaba. Mis visiones nunca fallaban, por lo tanto iba a morir. Era mi destino. Al fin y al cabo… ¿Qué me quedaba? No tenía un hogar, una familia, no tenía nada, esperanza. ¿Esperanza? Esa palabra me recordó a la visión que había tenido hace poco tiempo, de el joven rubio y bello, en el bosque. ¿Entonces eso sucedería antes de mi muerte? Me costaba encajar todos mis pensamientos entre sí.

Rompí a llorar, no podía más con la presión. Necesitaba a Efrain a mi lado, necesitaba decirle todo lo que estaba pasando, el era el único amigo que tenía. 

Las lágrimas cayeron sobre mi almohada que poco a poco el algodón consumió, hacía tiempo que no lloraba… pero me sentí bien, libre, me sentí viva otra vez.

Logré descansar.




*Al otro día*


-Al…Alice despierta- Escuché un débil sonido acompañado de una sacudida de hombros

-¿Eh… qué pasa? - Me levanté exaltada de la cama y vi a Efrain parado a mi lado- Oh, me quedé dormida. ¿Qué hora es?

-Son las 8:00 am- Dijo él mientras sonreía- Te están por hacer una terapia de choque, supongo que querrás esquivarla. Ya avisé que no irías, vamos al jardín.

Sonreí por dentro y agradecí tener a alguien como el en ese lugar. Los dos caminamos por un largo pasillo de madera y ventanales blancos, hasta que llegamos una puerta forjada que conducía al jardín.

Hacía un día precioso afuera, un cielo azul y puro, tan solo un par de nubes en el horizonte y las colinas estaban cubiertas por una luz anaranjada, era el crepúsculo de la mañana.

Nos sentamos en un banco de mármol que se encontraba a el lado de un rosal. Inspiré fuerte y pude sentir la fragancia de las dulces flores y el césped recién cortado. Sonreí instantáneamente, ese era probablemente el único lugar que me gustaba de allí.

-Lo haces muy bien, Efrain…- Dije suavemente mirando el jardín- Me refiero, todo esta muy bien cuidado

-Lleva tiempo y esfuerzo, pero sí, hago lo que puedo - Sonrió enseñando sus perfectos dientes blancos

-Hay algo que debo decirte…Ayer tuve una visión

-Cuéntame

-Bueno, no era necesariamente buena…

Entonces le conté todo lo que había visto, con cada uno de sus detalles. Aunque él, solo se limitó a responder

-Debemos irnos de aquí

jueves, 20 de diciembre de 2012

Capítulo 10:


*Narra Efrain*

Era un día soleado, ya que no podía exponerme al sol y trabajar en el jardín, decidí pasar el día dentro del asilo ayudando a enfermeras y cómo no, visitando a Alice.

Ella había llegado hace 3 meses y desde el momento en que la conocí supe que íbamos a ser grandes amigos. Yo era algo reservado y tímido pero no con ella, me sorprendía mucho el talento que tenía de ver el futuro… ella era diferente, en mis 560 años nunca había visto algo igual. Siempre sabía cuándo iría a visitarla o cuándo iba a llover. Me dijo que había tenido esa habilidad desde siempre, y aunque al comienzo parecía un juego terminó siendo su peor pesadilla.

Caminé por el pasillo gris que me guiaba a el piso de las habitaciones, donde estaba ella. No tuve que tocar la puerta, ella ya estaba esperando al marco de ella. Sus visiones jamás fallaban.

Llevaba un vestido gris que le llegaba por debajo de las rodillas, su dulces labios me esbozaban una sonrisa de bienvenida. Aunque, rápidamente, algo me exaltó. Su cabello, que había estado creciendo en los últimos meses y ya le llegaba hasta casi la cintura, ahora no estaba. Llevaba el pelo rapado, aunque aún así se veía preciosa. 

-¿Qué te ha sucedido Alice? 

-Nada… bueno, me refiero. Nada a mi, si no a mi cabello. - Dijo ella rápidamente- Según lo que entendí hay un brote de fiebre tifoidea y esto era necesario. Pero no importa, ya crecerá.

Me sorprendía lo feliz y alegre que estaba.

-¿Te han dado electroshocks hoy, no? - Pregunté intrigado mientras entraba a la habitación
-Sí… - Me respondió con una gran sonrisa - Ya no siento nada malo. Creo que he olvidado todo mi pasado, no puedo ni siquiera recordar el día de mi cumpleaños

Me acerqué hacia ella y la abracé. Alice era como la hija que nunca había tenido, la quería proteger de todo lo malo, ella era como un duendecito que estaba siempre alegre.

-Está bien… - Le respondí - No te preocupes ¿sabes? Todo estará bien.

Me sonrió de nuevo.

Algo me precipitó, olí algo diferente… No era el olor a humano que estaba acostumbrado a sentir, esta vez… era un vampiro.

¿Quién sería? ¿Qué quería por aquí?

-Eh… debo irme Alice, volveré mañana, no me extrañes. Cuídate.

Me percaté a abrir la puerta y salir disparado por ella rápidamente, sin dar ninguna explicación. Debía saber quién era el nuevo visitante.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Capítulo 9:


Estaba algo desconcertada. ¿Quién era ese chico? ¿Cuándo llegaría por fin el día en que vería la luz y saldría de ese infierno? 
Al poco tiempo tocó la puerta una enfermera, que me dejó mi horario y todo lo que debía hacer.


En las próximas semanas me hicieron cosas inimaginables. Todo lo que había descrito Efrain días atrás. No había hablado con mi familia desde el momento en que mi padre me dejó allí, abandonada.

Por suerte, tenía a Efrain y a otros pacientes con quienes conversar y pasar el rato. Por ejemplo Anna Marie, ella había estado ahí desde los 15 años. Tenía 17 ahora, y a pesar de la corta diferencia de edad (yo tenía 19) nos llevábamos muy bien. Ella tenía muy buen humor y estaba todo el tiempo riendo o sonriendo, tenía un cabello marrón cobrizo largo hasta la cintura y unos hermosos ojos color café. No sabía la razón de su internación, tampoco quería preguntar. Simplemente nos sentábamos en nuestro tiempo libre a descansar en el patio, junto a otros internados y de vez en cuánto Efrain venía a visitar. 
También conocí allí a Anthony, eran un joven de 18 años, precioso, moreno, alto y de grandes ojos verdes. Él sufría de esquizofrenia, y me dolía verlo sufrir al tomar sus medicinas y al ver todo lo que le hacían los médicos. Desde cortes en los brazos hasta dormir atado en una cama helada, él no era la excepción. Descubrí en el una persona tímida y diferente, aunque era muy diferente con Kathleen, una interna de 16 años. Su cara se iluminaba cada vez que ella aparecía, los dos parecían muy enamorados, aunque ambos sufrían y mucho, allí descubrí que aunque en los momentos más oscuros podía haber amor.

Efrain me ayudaba a saltearme un par de electroshocks y terapias de choque, lo cual era magnífico. Era una especie de padre para mi, me protegía y juntos pasábamos horas hablando de diferentes temas, pero por sobre todo… de Historia. Sus relatos eran increíbles, parecía como que hubiese presenciado cada uno de los hechos que me narraba. 

Mi estadía en el asilo mental era dura pero la llevaba con fuerzas, aunque todavía no sabía que lo peor estaba por venir…

James.




*Nota* La novela se está poniendo cada vez más buena ;) Se viene la parte más interesante… Si la leen y quieren que les avise cuando suba nuevos capítulos tan solo envíenme un tweet a @TwilighterNotas y las anoto en la listaGracias por leer. -Guada

martes, 11 de diciembre de 2012

Capítulo 8:



Lo miré a sus ojos, dorados y incandescentes, pero tenía una mirada vacía.

-Eres vidente… yo lo veo más un don que un boleto a la destrucción asegurada- Sus palabras eran sabias y aunque me costaba un poco descifrarlas, él hacía la conversación más interesante

-¿Qué me harán aquí?- Murmuré

Efrain dio un largo suspiro.

-No quieres saberlo…

-Por favor

-Electroshocks, distintos métodos para que te controles, medicinas todos los días, tendrás un horario y deberás respetarlo. En fin, te harán sentir como si ya no tuvieses vida propia, y todo fuera controlado por ellos.

Suspiré. 

-Pero no te preocupes… yo te ayudaré - Dijo él rápidamente- No te harán la mayoría de esas cosas.

-Gracias- Le respondí, forzando una sonrisa

Efrain dejó la habitación y yo me quedé acostada en la cama. Era pequeña e incómoda, y podía sentir los barrotes de hierro en mi espalda, el colchón era demasiado fino. 

Tuve otra premonición al instante… y fue, al fin, una buena. 

Me encontraba en un bosque lleno de árboles y a mi lado, un joven rubio y apuesto, de unos veinte años. Él me sonrió, me tomó de la mano y echamos a correr en ese lugar húmedo y frío. Corríamos rápido, más rápido que cualquier humano o vehículo...

"¿Qué fue eso?" Me pregunté a mi misma. A pesar de que la visión me había dejado un poco mareada y con la vista nublada, estaba feliz. Fue como si un rayo de esperanza entrase en mi vida y me alumbrase el camino. Sabía que todo iba a estar bien, mis predicciones no solían fallar.



*Nota* Sé que el capítulo es corto... no estoy muy inspirada y estoy teniendo unos problemas personales. Aunque voy a seguir con la fanfic y lo mejor está por venir <3
Gracias por leerla,
Guada

domingo, 9 de diciembre de 2012

Capítulo 7:


Me sentía débil y mentalmente agotada. Entró a la habitación un médico más y encendió la gran máquina. Yo estaba paralizada. No me sentía humana. Me sentía un animal, un objeto, algo inútil. No tenía más control sobre mi misma, aquella hostil gente me manejaba al igual que a todos los que estábamos ahí. 

El hombre me tomó por mis brazos y me arrastró hasta el borde de el aparato. 

-Siéntate aquí - Dijo mientras me señalaba una silla de madera 

Obedecí y me senté. Vi como la pelirroja sacaba un casco de uno de los cajones de la mesa. Se lo acercó a el médico y me lo colocó en la cabeza.

-Solo dolerá un poquito… - Dijo esbozando una pequeña sonrisa

Obviamente no le creí. Le vi con la mano en el botón de encendido, me limité a hacer una mueca de disgusto mientras cerraba los ojos para aguantar el pánico. Cerré mis puños y con todas mis fuerzas solté un grito. Sentí el dolor más fuerte que había sentido en mi vida. Recorría cada una de mis venas, desde mis pies a la cabeza. Me estremecí, mis piernas y mis brazos se movían como por voluntad propia. Suspiré. Había terminado.

-Ya esta- Dijo la enfermera mientras me quitaba el casco- Puedes irte

Abrí los ojos, todavía en shock. Me froté los ojos en busca de ver con un poco más de claridad. ¿Para qué quería ver mejor? Si estaba en un mundo de pesadillas, lejos de mi casa, de mi familia, de todo lo que conocía. Estaba condenada a vivir en la oscuridad y no tenía otra chance que rendirme.

Mientras caminaba de regreso a mi habitación mis piernas dejaron de responderme y simplemente caí al suelo. La enfermera que había visto en la entrada ese mismo día se acercó y me ayudó a levantarme.

-Creo que necesito comer algo… - Dije con la voz débil- No he comido por más de un día

Ella asintió con la cabeza.

-Ve a tu habitación, te llevaré algo - Murmuró

Traté de sonreírle pero el dolor había entumecido todos los músculos de mi cara. Caminé hacia mi cuarto, me saqué el delantal y me puse ropa limpia. Escogí una camisa rosa clara y una falda larga y blanca. Cepillé mi cabello con desgana y sequé mis lágrimas con un pañuelo que saqué de mi bolso. Me puse a leer una novela de Jane Austen "Sentido y Sensibilidad", con esperanza de distraerme un poco. "Elinor, sin observar los cambios de color en el rostro de su hermana y la animada expresión de sus ojos…." Dejé la frase inconclusa cuando oí que llamaban a la puerta. Cerré el libro y abrí la puerta.
Me sorprendí por lo que veía. No era la enfermera del pasillo, era un señor que aparentaba unos 55 años, aunque probablemente tenía un par más. Su piel era pálida, se veía suave y delicada. Llevaba una camisa negra y un pantalón gris, tenía una mirada profunda, ojos dorados y facciones perfectas. Nunca había visto alguien así en mi vida. Volví a la realidad y vi que llevaba una bandera con un plato de comida en sus manos.

-Soy Efrain - Dijo él

-Hola, soy Mary Alice - Respondí

-¿Puedo pasar? - Preguntó el

-Claro

El entró en la habitación y dejó la bandeja sobre una pequeña mesa. 

-Come - Me miró a los ojos - Puedo notar que estás hambrienta

-Lo estoy, gracias

Me acerqué a la mesa y tomé el plato. Comí el pollo y el puré rápidamente, la porción era bastante pequeña, pero no me importa con tal de tener algo caliente en el estómago.

-Y cuéntame… ¿Porqué estás aquí?

-Buena pregunta- Respondí mientras apoyaba el tenedor en la bandeja - Supongo que nunca fui la hija perfecta que mis padres esperaban… No tengo esquizofrenia, ni ninguna de las enfermedades que podrían llevarme a terminar en este oscuro lugar. Tan solo veo cosas que van a suceder, no siempre son exactas, pero tengo el don de ver el futuro.

Efrain se quedó boquiabierto. Luego de unos segundos de silencio, se aclaró la garganta.

-Así que ves el futuro… No veo cual es el problema. No entiendo porqué estás aquí. ¿La vida es un poco injusta a veces, no?

Asentí. 

Capítulo 6:


Ni bien mi padre desapareció por la puerta, la joven me tomó por las manos presionando mis muñecas mientras me llevaba hacia una de las habitaciones.

-Ahora te haremos un par de exámenes. Puedes dejar tus cosas sobre la repisa y descansar un rato. Vendremos a buscarte- Dijo ella mientras se alejaba

Me quedé sola en aquel pequeño espacio. "No estoy loca" Me repetía una y otra vez a mi misma, mientras observaba la ventana con rejas grises y el resto de la habitación. Era un lugar espantoso, como lo eran la mayoría de los sanatorios mentales en el siglo XX. Sabía que allí torturaban a gente, las personas que eran "diferentes" eran tratadas cómo anormales y creían que las fallas mentales se transmitían al tener hijos. Sonaba bastante estúpido. 

Estaba aterrada, tan solo quería salir de allí. Todo se veía oscuro y me preguntaba cuántas personas más habría allí. Me recosté en la cama y aferrada contra la almohada me tambaleaba de atrás hacia adelante, esperando que alguno de esos movimientos me calmasen. 

-¡Ya! ¡Dejen de llorar! ¡Que así no van a salir de aquí! - Oí los gritos que provenían desde el pasillo, era una de las enfermeras.

Me levanté y salí por la puerta, quería ver que sucedía. Y allí me encontré con una de las escenas más horripilantes que había vivido en mi corta vida. Una mujer de unos 50 años, siendo azotada por una de las enfermeras. El suelo estaba cubierto de sangre y ella no dejaba de llorar y gritar.

Rápidamente me volví a mi habitación, sabía que si intentaba detenerla iba a ser en vano, ya que nos azotarían a las dos. Ahora entendía porque la ventana tenía rejas. "¿Cuántas personas habrán intentado salir de este infierno antes?" Me pregunté a mi misma. 

A los pocos minutos tocaron la puerta. La abrí con algo de miedo, era una de las enfermeras. Era pelirroja, alta y delgada. Tenía las facciones duras y una mirada misteriosa.
-Vamos a hacerte unos estudios. Pero primero deberás usar esto- Dijo ella mientras me daba un delantal blanco - Cámbiate. Esperaré aquí.

Cerré la puerta y me desvestí. Me puse lo que ella me había dado y salí. En el camino la seguí, en silencio, dando pasos cortos. Miré cada una de las puertas y la mayoría estaban cerradas. Llegamos a un pasillo que tenía ventanales y podía observar el parque, los árboles. Había unas 10 personas allí, algunas caminaban, otras simplemente estaban recostadas en el suelo. 

-Es aquí- Susurró la enfermera mientras me señalaba una gran puerta de hierro gris.

La empujó y me hizo pasar. Había un gran foco de luz en el techo, una camilla blanca que tenía garrotes para aferrar las manos y los pies. También habían instrumentos de cirugía y una máquina más grande que yo que no supe reconocer que era.

-¿Qué van a hacerme? - Pregunté horrorizada
-Estudios- Respondió ella

Poco conforme con su respuesta, me tomó de la mano y me obligó a acostarme en la camilla. Me ató las manos y los pies con los hierros que había visto pocos segundos antes y tomó una aguja de la pequeña mesa que se encontraba al lado.

-Dáme tu dedo

Asentí y estiré toda mi mano, esperando que ella me pinchase. 

-Vamos a analizar tu sangre, pero antes de que te vayas vamos a darte unos electroshocks- Dijo ella mientras guardaba la aguja en una pequeña caja de metal.

¿Electroshocks? ¿Qué era eso? Tenía mucho miedo. Hoy más que nunca, me odiaba a mi misma. Me odiaba por tener visiones, me odiaba por ser tan incrédula y haber caído en el juego de mi padre. Lo único que quería, era un poco de esperanza.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 5:


Mi padre Elliot me tomó por las manos y me subió dentro de nuestro coche, dejando el bolso tirado a mis pies.

-¿A dónde me llevas? 

-Mary… tus visiones me están preocupando bastante.- Dijo en un tono alto - Creo que yo mejor es llevarte lejos, en un lugar dónde puedas recuperarte.

-¿Recuperarme? ¿Recuperarme de qué?- Le grité- ¿Tú mataste a mamá no? ¿El casamiento, mi visión, todo ya estaba planeado desde antes no? ¿Cómo pudiste?

Detuvo el coche y me clavó la mirada.

-No vas a decir nada… porque desde ahora pasarás el resto de tus días en un sucio asilo para personas con problemas mentales ¡cómo tú!

Me callé y seguí mirando a la carretera. Era el fin, lo sabía. Tal vez no me iba a matar directamente, pero me iba a causar una muerte lenta y dolorosa, en un hospital cuyo sus servicios no eran precisados por mi. Si hablaba de más, me mataría, de eso estaba segura. Así que decidí quedarme en silencio… esa sería la última vez que vería el sol tan caliente, el cielo tan azul… de ahora en más, viviría en la oscuridad.


Luego de una hora de viaje, mi padre aparcó el coche en frente de un edificio enorme justo al lado de la carretera. Era asimétrico, un gran complejo con extensiones que tenía un gran parque, con un par de árboles. Era un edificio de estilo antiguo, con dos torres en forma de pico y algunas ventanas con vitrales. El techo estaba cubierto con tejas de madera y ladrillo y se podían apreciar grandes tubos de chimeneas. 


Nos bajamos de el coche y caminamos hasta la entrada de el asilo. Había una planta pequeña en una maceta azul, un largo escritorio de mármol y un estante para ficheros gris. Una anciana de unos setenta años aguardaba detrás del mostrador, tenía el pelo recubierto de canas y un par de lentes ocultaban sus grandes ojos azules. A los pocos segundos, entró en la sala una joven de unos veintidós años, usaba una bata blanca como uniforme y llevaba una coleta que sostenía sus rizos marrones. Era de mi misma estatura, y me recibió con una sonrisa.

-¿Tu debes ser Alice, no?- Su voz sonaba dulce, pero áspera a la vez

-Sí…-Respondí tímidamente. 

La anciana se acercó los lentes a los ojos y se detuvo mirándome por unos segundos.

-Mary Alice Brandon, tu padre nos habló sobre ti- Dijo ella- Hemos estado revisando tu ficha médica y hoy mismo comenzaremos con los tratamientos.

Me estudió con la mirada mientras guardaba unos papeles y acomodaba su cabello. Mi padre me dedicó una sonrisa de despedida y salió por la puerta.

-Adiós Alice - Dijo él

Me quedé parada ahí en esa habitación demasiado triste para mi gusto. Escuché unos gritos provenientes de una de las puertas que se encontraban a unos diez metros.

Era oficial, la pesadilla estaba por comenzar.




Asilo para enfermedades mentales "McLean's Hill" 1920

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 4:


Abrí los ojos y estiré mis brazos, que tocaron el borde de madera de la cama. Los rayos de sol se filtraban por las suaves cortinas amarillas y podía ver que el cielo estaba azul.

Estaba dispuesta a levantarme cuando oí gritos provenientes de el piso de abajo. 

-¿¡Estás loca acaso Louise!? ¿¡Cómo que está arriba!?

-Sí, ¡Steven! Es mi sobrina. ¿Qué acaso lo olvidas?

-Esa psicópata mató a nuestro hijo. Es una bruja Louise, ¡Una bruja!

Escuché largo llanto agudo tras un grito de furia.

Me levanté de la cama y comencé a guardar las pocas cosas que había sacado la noche anterior. Steven había llegado de su viaje y como era obvio, quería que me vaya. Aguardé en el cuarto sentada en la orilla de la cama por una respuesta de parte de Louise, cuándo entró.

-Supongo que ya escuchaste ¿No es así?- Preguntó ella, indiferente
-Sí… -Respondí - Ahora mismo me marcho
-No, tranquila. Steven quiere llevarte a tu casa en un rato. Quiere que te asegures de que vayas allá.

Perfecto. Plan completamente arruinado. Ahora llegaría a mi casa y mi padre me mataría, mi futuro no era tan incierto.

Usé esos minutos para prepararme, pensar en qué le diría a Cynthia, a mi padre y a su futura esposa. Me dolía demasiado la situación y había veces en las que solo quería desaparecer, irme lejos, y no volver. 

-¡Mary Alice!

Tomé mi bolso y rápidamente respondí a el llamado de mi tío bajando por las escaleras.

Él se encontraba allí parado, su pelo negro cubría parte de su cara y llevaba un pantalón marrón, junto a una camisa blanca y un chaleco negro. Él era un hombre moreno, alto y delgado de unos 40 años. 

-¿Estás lista? Nos vamos a la casa de tu padre- Dijo mirándome con rechazo

Asentí con la cabeza gacha y caminé detrás de él. Salimos de la casa y fuimos directo al garage, dónde guardaba su más preciado tesoro, su Ford Modelo T.

Ese coche tenía un gran capó con dos luces adelante. Solo había un espacio reducido para dos y la cabina era negra, al igual que todo lo demás. Tenía un volante bastante grande y tenía unas ventanillas de vidrio. En la parte trasera del coche, que por cierto era toda una novedad para la época, tenía un cuadrado de hierro negro que servía como baúl. Steve colocó mi bolso ahí y me subió al asiento de acompañante.



El coche andaba bastante bien aunque veces se frenaba o retumbaba por el terreno irregular de la tierra. Reconocía algunos de los lugares de la zona, a pesar de que no solía recorrerla frecuentemente. Mi tío miraba fijamente el paisaje, mientras yo cerraba los ojos del sueño, esa noche había dormido muy poco y levantarse con gritos no me había calmado mucho.

Cuando abrí los ojos ya era demasiado tarde. No estaba en mi casa, ni siquiera estaba segura de estar en mi pueblo. Me encontraba en un descampado, lleno de pasto amarillo quemado por el sol, podía ver un par de casas y una iglesia a lo lejos. A mi lado había una nota que decía lo siguiente:

"Lo siento Alice. Acércate a la oficina de policías de el condado, a tres kilómetros hacia el norte de dónde estás, ellos te ayudarán"

Mi vida no podía ser peor. El viento pegaba fuerte contra mi cara y mi bolso, que se encontraba a mi lado, ahora estaba marrón por el barro. 
Asumí que mis tíos me habían traicionado y seguramente mi padre también estaba implicado en esto. Tenía mucho miedo, me temblaban las manos y tenía las piernas entumecidas. Sin mucha energía, me separé del suelo ayudándome con las manos y luego mis piernas reaccionaron. Caminé por el descampado siempre guiándome hacia las pocas casas que veía. Parecía que no iba a llegar nunca, el sol estaba en su peor hora y se me entrecortaba la respiración. Lo que más me asustaba es que no tenía ni idea de dónde estaba. En un momento de desesperación, empecé a correr y para mi sorpresa no me frené.

Llegué a lo que parecía ser una calle y observé un par de casas grandes y amarillas al costado de unas vías de tren. Había unas vayas blancas que separaban a una de las casas del resto, esta estaba hecha de ladrillo  y cubierta por pintura verde. Tenía ventanas pequeñas, vigas talladas y una puerta de color verde oscuro. Arriba del porche de la casa había un cartel que decía "Police Station" y decidí adentrarme para pedir alguna explicación.



Cuando abrí la puerta vi a un policía apoyado contra un mostrador. Había muchos documentos, sellos y papeles. Todo era de madera y había una luz proveniente de las ventanas que iluminaban el interior. El comisario tenía un bigote y pelo canoso, un uniforme azul y unos lentes que protegían sus ojos pequeños.

-¿Necesitas ayuda? - Preguntó
-¿Dónde estoy?- Respondí precipitadamente
El comisario echó a reír.
-Está en Gulfport señorita.
-¿A cuánto estamos de Biloxi?
-Unos 100 kilómetros.

Miles de pensamientos se me vinieron a la cabeza y me tomaron por desprevenida. Hacía más de un día que no comía ni bebía nada, estaba cansada, triste, preocupada y tenía mucho miedo.

-Bueno…eh, supongo que eso es todo- Le respondí a el comisario- Le agradezco
-No, que no te vas tan rápido eh. - Dijo él mientras sonreía- Hay alguien que te ha estado esperando

Entonces de una puerta trasera salió la figura de mi padre, que me sonreía falsamente. 

-Nena…-Me susurró mientras se acercaba a mi- Me tuviste preocupado.

Le dediqué una mirada llena de furia y dolor. 

-Ahora nos vamos ¿sí? -Me habló firmemente.

Caminé detrás de él sin decir ni una palabra. Había caído. Estaba segura de que mi padre le había pedido a mi tío que me lleve hasta allá, la nota, los gritos, todo concordaba. Pero la pregunta era… ¿Qué pasaría ahora? ¿Me mataría al igual que lo había visto en mi visión?

Capítulo 3:


No tenía otro remedio que ir a la casa de mis tíos Louise y Steven. Eran los únicos familiares que vivían cerca, y por suerte, no eran familiares de mi padre. Louise era la hermana de mi madre, siempre había tenido un amor maternal especial conmigo, al no haber tenido ninguna hija mujer. Ella era la madre de Will, mi primo fallecido. Ya habían pasado dos años desde el accidente, pero aún así las heridas quedaban. Sólo esperaba un poco de esperanza, podían ser mi única salvación.

Eché un vistazo a mi alrededor. Las casas eran en su mayoría blancas, de dos pisos, con pequeños jardines pero llenos de flores. Podía oler la flora, los árboles, el césped recién cortado y cuando me di la vuelta, vi que el sol se asomaba por una de las nubes que daban hacia la costa, en la orilla del río.

                                           Foto de la época

Entonces comencé a caminar y unos veinte minutos más tarde, tras pasar una hilera infinita de casas idénticas, la barbería y la modista, llegué a la casa.

Esta vez no era blanca. Era de madera, color marrón. Tenía un techo con chapas rojas y grandes ventanales con motivos medievales en el piso de arriba.

Di dos golpes a la puerta y rápidamente mi tía se asomó por ella. Era una mujer robusta, con mejillas rosadas, llevaba su pelo rojizo alborotado como siempre y usaba un vestido largo azul junto a una chalina negra.

-Alice… -Dijo ella mirándome confundida con sus pequeños ojos verdes- Que sorpresa

-¡Tía! -Fingí entusiasmo- ¿Puedo pasar?

Apoyó su dedo índice contra su pera e hizo una mueca de duda. Luego de unos segundos de silencio y sin estar muy segura, se corrió a un lado de la puerta para que pudiese pasar.

En el interior había un pequeño comedor lleno de muebles y pinturas. La mesa era de roble, al igual que las sillas, parecían incómodas, pero noté que había dos sillones junto a una mesa ratona a un costado. Las paredes estaban pintadas de blanco y había un reloj en un costado, que marcaba las seis de la tarde.

-Siéntate - Me indicó Louise señalando uno de los sillones

Asentí y tomé asiento.

-¿Qué te trae por aquí? - Preguntó ella mientras se metía a la boca una galleta de canela - ¿No será una de tus visiones o brujerías no?

-Tía… ¿Es que nunca te vas a dar cuenta de que yo no fui la culpable de la muerte de William? Sólo traté de advertirles, aunque no escucharon.

-¿¡Y cómo quieres que te crea!? ¡Mary Alice! Has dejado a mi familia destruída.

Pude notar la rabia en su voz y un par de lágrimas caían de sus ojos. Lo sentía mucho. Ella sabía en el fondo que no había sido mi culpa, pero quería tener alguien a quién culpar, quería que alguien pague por la muerte de su hijo.

-¿Tu crees que yo quería que esto suceda? Tía… Will era mi primo. Lo adoraba y él me adoraba a mi. Cuándo vi su muerte les advertí para que no suceda, claro, no te culpo. ¿Quién le creería a una joven psicópata? Todos creen que hago magia negra, que soy bruja… Pero sucede todo lo contrario. ¿Crees que elegí ser diferente? Estas equivocada.

Louise rompió en llanto y se acercó a abrazarme. 

-Está bien… - Dijo mientras se secaba las lágrimas - Mucha tristeza por hoy

-Escucha, debo quedarme aquí esta noche - Le respondí rápidamente - Espero que no te moleste

-¿Y tu padre? ¿Él sabe de esto?

-Mira, es una historia larga ¿sí? Tan solo, déjame quedarme por un tiempo en tu casa

Ella asintió.

-Está bien Mary Alice, deberé hablar con Steven y ver que opina. Él regresa por la mañana. Por ahora, puedes dormir arriba en el cuarto de Will.

Me levanté del sillón y luego de esbozarle una sonrisa a mi tía, subí por la escaleras que conducían a el que sería mi cuarto. Estaba recubierto de polvo, seguramente le traía muchos recuerdos a mi tía. Estornudé y dejé mi bolso en el suelo. Abrí las ventanas, sacudí el polvo de las sábanas, almohadas y guarde la ropa tirada en los cajones al costado de la cómoda. Seguramente estaba intacta desde aquel día en que Will no regresó, nadie había tocado nada.

Finalmente cuando terminé de limpiar, me senté sobre la silla del escritorio, que daba hacia la ventana. Podía admirar desde allí la calle principal; mujeres con largos y vaporosos vestidos, los hombres con pantalón de vestir y camisas, junto a el clásico chaleco y los zapatos de cuero. Observaba con delicadeza todos sus actos, algunos se acercaban a la taberna, otros simplemente daban un paseo. Había cuatro coches modelo Ford T, eran algo costosos pero andaban bastante bien. También había unos caballos parados sobre la roja tierra del lugar, esperando para emprender camino y acarrear un carruaje.

Corrí la vista y me paré. Di un par de pasos y abrí mi bolso. Allí estaba mi ropa y alguno de mis recuerdos más deseados. Comencé a desempacar y una foto cayó de mis manos. Eramos mi padre, mi madre, mi hermana y yo. Los cuatro estábamos allí parados, esa fotografía había sido tomada por uno de mis tíos. Rápidamente la volví a guardar en el bolso, esa noche estaba decidida a dormir por fin, en paz.

Capítulo 2:


-Alice… ¿sucede algo? - Preguntó mi hermana, asomándose por la puerta

-No, tranquila - Le respondí mientras secaba mis lágrimas y me levantaba de la cama - Es solo que… no sé. He estado extrañando a mamá mucho, ya sabes. Y toda esta cosa del casamiento no me emociona demasiado.

-Te entiendo, me siento igual.

Hubo un silencio incómodo por un momento, que aproveché para pensar que iba a hacer y que iba a decirle a mi hermana. Lo único que sabía es que tenía que desaparecer, y lo antes posible. No quería caer en las garras de mi padre, que lo único que pensaba era que yo era una completa psicópata, igual que todo mi pueblo.

-Debo irme lejos, Cynthia. Me encantaría poder explicarte todo, pero no puedo. Esta vez es en serio.

-No vuelvas con esas locuras de siempre, hermana. Esas visiones o premoniciones que tienes están empezando a asustar a todos.

Revoleé los ojos y me mordí el labio. Caminé hacia mi armario y comencé a sacar toda mi ropa, una por una.

-¿Estás loca? ¡Alice, deténte!

-Basta Cynthia, dije que esta vez iba en serio.

Todos mis vestidos, camisas, libros, perfumes, diarios y recuerdos quedaron guardados dentro de un bolso azul marino, que había sido un regalo por mi cumpleaños número 19 hacía un par de meses.

Cynthia corrió a mi lado y se sentó en el suelo para abrazarme.

-Por favor, quédate. Sé que no estamos en nuestro mejor momento. Pero te prometo que todo va a estar bien- Mientras hablaba su voz sonaba triste y cortada, cómo si estuviese llorando por dentro.

-Lo siento - La abracé fuertemente. Era la despedida, lo sabía - Te quiero hermana, prométeme que serás fuerte.

Ella agachó su mirada y luego volvió a mirarme.

-Lo prometo.

Las dos sabíamos que nada de esto era un juego, o una idea del momento. Ya habían pasado 6 años desde mi primera premonición y las cosas se habían puesto un poco difíciles. 

Recordaba el día en que vi a mi primo muriendo ahogado, para ese momento había experimentado pocas visiones, pero aún así le advertí a él y a su familia, aunque hicieron caso omiso. Me dolió bastante, ya que pocas semanas después, la visión se hizo realidad.

Me acusaron de bruja, psicópata, hablaron sobre mi ancianos, jóvenes, hasta niños. Mi mundo se fue derrumbando poco a poco, mi madre asesinada, mi padre casándose con otra mujer y yo sola y abandonada.

Me levanté del suelo y comencé a cepillar mi cabello. Era negro, corto y brillante, al igual que el de mi madre. Miré mi habitación por última vez. Las paredes ahora volvían a ser rosas, el techo tenía vigas de madera, la ventana estaba cubierta por unas cortinas blancas cosidas a mano, mi armario era de madera clara y en la pared tenía una pintura que mostraba el atardecer en Biloxi, la ciudad en la que nací.

Tomé el bolso y suspirando, salí por la puerta de mi habitación. Bajé las escaleras de mi humilde pero acogedora casa y me despedí de mi hermana.

-Dile a papá que tenía que irme - Le dije a Cynthia - Esto es necesario.

-¿Pero a dónde vas? ¡Seguro quiere que te quedes! - Podía oír la desesperación en la voz de mi joven hermana - Alice, ¿estás segura de esto?

-Sí, Cynthia- Le respondí, tratando de no mirar a sus ojos, lloraría más - Escucha, si papá pregunta por mi, dile que me fui sin darte ninguna explicación. Dile que no sabes dónde estoy. Te quiero.

Nos abrazamos y ahora sí, era la última vez.

Me encaminé hacia la puerta y pude observarla de lejos con su vestido blanco, largo, su largo y liso pelo marrón claro y sus ojos llorosos, que me decían que me iban a extrañar.

Cerré la puerta de madera que tanto me gustaba. Dejé atrás todo mi pasado. Hoy, comenzaba mi nueva vida.

Capítulo uno:



Cerré los ojos y respiré ondo. Luego de relajarme, los volví a abrir y observé el agua de color azul oscuro del Río Mississippi frente a mis pies. 
Me encontraba sola, lo cual era normal para mi. Disfrutaba de aquellos momentos de soledad, yo, la naturaleza y mi mente. Nada más. No más miradas raras, ni más gritos por parte de mi padre, ya no más reproches, o recuerdos tristes.
Todo había cambiado en los últimos meses. Sabía que algo estaba mal y presentía que algo muy malo iba a suceder. Mientras todas esas ideas pasaban por mi cabeza, oí un grito que me llamaba desde la ventana de mi casa.

-Mary Alice! Entra a casa! - Gritó mi hermana Cynthia, casi desesperada

Me paré y rápidamente acomodé mi vestido color azul claro, que me llegaba un poco más bajo de las rodillas. Corrí hacia la casa. Era blanca, pequeña, humilde. Tenía una gran puerta de madera tallada con motivos marinos, no sabía porqué, pero siempre me había gustado. Entré y caminé por el pasillo de madera, hasta que me encontré con Cynthia.

-¿Qué ocurre? - Pregunté dubitativa, mirando sus grandes ojos azules con preocupación

-Papá…Va a casarse.

-¿Qué?

-Sí, Alice. ¿Recuerdas a Margaret, la mujer rubia de Illinois?

-Sí… La recuerdo.

-Bueno, papá me dio la noticia. Tu estabas a fuera, así que supongo que hablará contigo más tarde. ¿Recuerdas que el estuvo de viaje por unas semanas? Bueno, dice que durante ese tiempo decidió que quería dar el gran paso con ella. La boda es el sábado.

-¿¡El sábado!? ¿No crees que es demasiado pronto?

-Sí… - Suspiró- No hay nada que podamos hacer.

Miré al suelo con desapruebo y comencé a caminar. Subí unas largas pero estrechas escaleras que me dirigían a mi cuarto y me recosté en la cama. 

Volví a cerrar los ojos y lo único que escuchaba eran voces en mi cabeza. Y entonces… sucedió.
Estaba acostada sobre mi almohada pero mi pecho y cabeza se inclinaron hacia adelante; tenía otra premonición.
Entonces, fue cuándo lo vi. Había dos hombres, tratando de matarme. Todo era oscuro, los dos llevaban capuchas negras, y no podía verle el rostro a uno de ellos. Pero lo que me horrorizó es que vi el rostro de el segundo… era él. Mi propio progenitor. Mi propio padre.
Volví a la realidad. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y veía todo mi cuarto oscuro y borroso. Las paredes que antes eran color rosa pálido ahora lucían grises, como todo lo demás. Mi respiración era entrecortada y mi pulso muy acelerado, tenía mucho miedo. 
Seis meses atrás, había visto a mi madre morir en una de mis visiones, se lo advertí. Ella me creyó y tomó precauciones por varios meses, pero como nada sucedía, dejó de importarle y un día sucedió. Fue asesinada.

¿Sería yo también asesinada? ¿Y por mi padre? 

Todo encajaba como una perfecta pieza de puzzle. Mi padre era el culpable de mi futura muerte… y la de mi madre.



¡Nuevo blog!


Si están leyendo esto, deben tomar en cuenta que: 

-El nombre real de Alice es "Mary Alice Brandon" Ella nació en 1901 en Biloxi, Mississippi. Traten de imaginarse esa época mientras leen, las mujeres usaban vestidos largos, había pocos coches, caballos, el cine era mudo.
-La historia NO está inventada por mi. yo solo la cuento a mi manera. Stephenie dijo que Alice tenía visiones desde su vida humana y le causaban bastantes problemas, si pueden buscar la historia real de Alice van a ver que muchas cosas son similares, por ejemplo que se refugia en la casa de sus tíos, su madre muere, etc. Por lo tanto yo lo narro desde su punto de vista y claro, le agrego muchos detalles.
-No está terminada. Aún así, ya estoy planeandola todo y prometo que voy a terminarla.

Siempre amé el personaje de Alice, desde "Crepúsculo" Ella se robó mi corazón. Me parece una persona tan alegre, tan tierna, ¡amo su personaje!

Espero que disfruten :)

-Guada